El pase

Una cura no es interminable. Puede encontrar un final, un pase que sea una conclusión de orden lógico. Lacan designa el pase como el procedimiento que autentifica el final de un análisis. Desde su invención, el pase ha demostrado siempre su pertinencia y su filo. Aquí se puede leer, ver y escuchar la sal de lo que esta demostración recubre.

«Una cura analítica es equivalente a una demostración.»[1] ¿Cómo se termina un análisis? Planteada por Freud en su tiempo, situada por Lacan como fundamental, la cuestión está todavía en debate entre los psicoanalistas. En su famoso “Análisis terminable e interminable”, Freud identifica dos finales posibles, el primero se parece a una tautología: el análisis se detiene cuando el analizante y el analista dejan de encontrarse. La proposición es más sutil: una detención en torno a la satisfacción suficiente para ambas partes, conviniendo un acuerdo final. La segunda, plantea el final en forma de paradoja: un fin sin fin. En efecto, para Freud todo análisis está destinado a dar con un imposible: ir más allá de la roca de la castración, llegando incluso a proponer (lo que nunca se aplicó) que el analista vuelva cada cinco años a decir dónde está su relación con la castración y esa famosa roca.

Lacan va a retomar el camino trazado por Freud que hace del analista el producto de un análisis llevado a su término. Pero donde Freud tropezó con la roca de la castración, Lacan, en 1967, va a encontrar un pase, un camino que lleva más allá de la roca de la castración y permite logicizar el final de una cura, que él llama el atravesamiento del fantasma. Esto es lo que mejor testimonian quienes han experimentado este atravesamiento.

«El acontecimiento de pase es el decir de uno solo, Analista de la Escuela, cuando pone en orden su experiencia, cuando la interpreta en beneficio de cualquiera.»[2] Para recoger el testimonio del final, Lacan ha concebido un procedimiento preciso, complejo, que detalló en su Proposición del 9 de octubre de 1967. Hay así un anudamiento estructural entre la Escuela que hace la oferta de este procedimiento, y la elección de quien quiere aportar la demostración del final. No hay obligación de hacer el pase, pero existe la posibilidad para un analizante de querer esta garantía de la Escuela. La Escuela debe, por lo tanto, reunir las condiciones para que todo aquel que desee participar en este proceso pueda hacerlo en su nombre, pero no sin la transferencia a la Escuela. La transferencia está en el corazón del procedimiento y conviene analizar su destino al final del análisis.

«El AE o analista de la Escuela, al cual se imputa estar entre quienes pueden testimoniar sobre los problemas cruciales en los puntos vivos en que se encuentran para el análisis.»[3] Se espera de aquel que, al final del procedimiento, sea nombrado AE, haga la demostración de la conclusión lógica de su cura psicoanalítica, pero también que dé testimonio de los problemas cruciales del psicoanálisis con el objetivo de hacerse responsable del progreso de la Escuela. Lacan pretendía, por lo tanto, concederle un lugar central en la Escuela con consecuencias de orientación, de interpretación y, aún más allá, de lectura del mundo. Aquí podréis leer los testimonios de todos aquellos que han sido nominados Analistas de la Escuela desde 1985.

«El pase (…) no puede reducirse al contenido narrativo de un conjunto de enunciados. El mismo es función de la relación en acto que el sujeto mantiene con lo que enuncia, es función del tono, del ritmo, de la forma de decir, en definitiva, de la enunciación.»[4] La demostración del final no es sólo una cuestión de construir el propio caso, sino una «performance» que tiene lugar en el propio decir, en la enunciación. Por eso los testimonios son en público. Hay que implicar al cuerpo hablante para testimoniar plenamente de lo que es un psicoanálisis, es decir, una experiencia que tiene efectos en el cuerpo, afectado este mismo por el lenguaje. Punto último del psicoanálisis lacaniano.


[1] Miller J.-A., Cómo terminan los análisis. Paradojas de la pase, Olivos, Grama, 2022, p. 316.

[2] Miller J.-A., “El inconsciente y el cuerpo hablante”, Freudiana nº72, año 2014, pp. 16-17.

[3] Lacan J., «Proposición del 9 de octubre de 1957 sobre el psicoanalista de la Escuela”, Otros Escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 262.

[4] Miller J.-A., Cómo terminan los análisis. op. cit., p. 18.