La Escuela Una

La AMP reconoce siete Escuelas, situadas en 33 países diferentes, en distintos continentes. Estas siete Escuelas son organismos autónomos en su gestión y su política del psicoanálisis, pero todos sus miembros tienen en común: sus referencias teóricas, su preocupación por la formación rigurosa del analista, su manera de practicar el psicoanálisis y su doctrina sobre el final del análisis. La Escuela Una es el nombre dado a esta orientación común del psicoanálisis. Durante el II congreso de la AMP, celebrado en Buenos Aires en el 2000, se decidió crear la Escuela Una. Sus miembros, que viven en entornos sociales y culturales diferentes, se sienten, uno por uno, formando parte de ella, compartiendo el psicoanálisis como destino. La Escuela Una no es una institución; no tiene ni sede ni estatutos. Se trata de una experiencia sin fronteras, translingüística, que pretende mantener viva la orientación lacaniana y el psicoanálisis.

«Preámbulo»

El 21 de Junio de 1964, reafirmando a la vez la validez de la experiencia psicoanalítica y la necesidad de restablecer su principio freudiano en la teoría y en la práctica, Jacques Lacan introducía simultáneamente la noción de una forma asociativa hasta entonces inédita: en lugar de la Sociedad que se había convertido en tradicional, basada en el reconocimiento mutuo de los didactas, propuso la Escuela, cuyos miembros encontraban en el reconocimiento de un no saber irreductible —S(⒜)— que es el inconsciente mismo, el resorte para proseguir un trabajo de elaboración orientado por el deseo de una invención de saber y de su transmisión integral, lo que Lacan debía llamar más tarde el matema. Sobre este abismo fundamental, cubriéndolo con su nombre propio, estableció su Escuela y llamó a la reconquista del campo freudiano.

«El llamado de Lacan resonó más allá de la disolución de la Escuela que había fundado —resonó más allá de su muerte, acaecida el 9 de septiembre de 1981– resonó lejos de París, donde vivió y trabajó». Así se expresaba, el 1 de Febrero de 1992, el texto del Pacto de París, redactado en el momento en que la École de la Cause freudienne, la Escuela del Campo Freudiano de Caracas, la Escuela Europea de Psicoanálisis del Campo Freudiano, y la Escuela de la Orientación Lacaniana del Campo Freudiano, decidían converger en la Asociación Mundial de Psicoanálisis que acababa de ser fundada por Jacques-Alain Miller.

Hoy,—cuando desde hace veinte años los Encuentros del Campo Freudiano escanden y relanzan regularmente la vida de una comunidad internacional a la que han contribuido a hacer existir de manera eminente; después de ocho años activos y laboriosos en el seno de la AMP; al salir de una crisis atravesada y superada en común; y mientras están en gestación dos Escuelas nacionales, en España y en Italia— ha llegado el momento de dar el paso siguiente: será la fundación de lo que ya ha encontrado un nombre, la Escuela Una de la AMP.

A iniciativa de Ricardo Nepomiachi, el Consejo de la EOL reunido en Buenos Aires ha adoptado un proyecto de declaración al que propone que suscriba cada miembro de la AMP que desee ser, después de la aprobación del Consejo de la Asociación Mundial, miembro de la Escuela Una. El Consejo de la AMP, reunido en París este 22 de Enero del 2000, hace suya esta iniciativa y decide ofrecer a la discusión de los miembros de la Asociación Mundial, en el marco de sus Escuelas, el texto siguiente, inspirado en el proyecto EOL.

¿Qué es un psicoanálisis?

El psicoanálisis es el dispositivo de la palabra inventado por Freud. Se trata ante todo de una experiencia que consiste en decir libremente lo que aflora en las formaciones del inconsciente, en el sueño, en el lapsus, en los actos fallidos y en la existencia entera. Consiste en mostrar al sujeto que dice más de lo que cree saber. De ello se desprende una ganancia de saber sobre lo que nosotros mismos hemos interpretado a menudo de forma equivocada y que nos ha cegado y hecho prisioneros de nosotros mismos.

Esta experiencia singular de la palabra pretende encontrar el deseo inconsciente, es decir, lo que uno experimenta como más íntimo (sueños, fantasías, nuestros pequeños secretos…) y que no se ajusta necesariamente a las normas. Se trata de encontrar una satisfacción suficiente para vivir, un punto de acuerdo con uno mismo, su ser de deseo auténtico, en la relación con el mundo y con los demás. Esta puede ser la oportunidad de una vida, en todo caso la ocasión para una bella contingencia.